Lo llamaban equipo chico para herirlo, y desde un ángulo absolutamente folclórico - deportivo en gran parte tenían razón, no estaba mal, pero lo de equipo chico murió ahí.
La historia es el camino, es el transitar por un sitio no
siempre conocido que a cada paso exige una respuesta nueva que ayuda a
desentramar lo siempre complejo que atesora el fútbol. Transitar ese camino es
recorrer momentos victoriosos, felices, momentos que llenan el alma, pero
también encierran lo otro, el sufrimiento, la bronca, todo aquello que se dice
“curte” al hincha, lo hace crecer , lo eleva, lo maltrata también. Lo difícil del
alcanzar los sueños es andar el camino, porque en el camino está la historia,
porque a la historia no la escriben los que ganan, solo la escriben los que
caminan.
Hacer la historia es tarea que pocos pueden llevar
adelante, hacer la historia es poner un ladrillo sobre otro y construir una
enorme muralla o una endeble pared dependiendo de la calidad de cada uno de los
elementos que la compongan, es tarea nada sencilla proveer a esa construcción
de piezas sólidas y perdurables, es tarea compleja, porque la tarea encierra
compromiso, madures, honestidad, y claro, como hablamos de fútbol, la tarea de
armar la historia necesita de un camino con resultados, como dije, de los unos
y los otros. Es que los ascensos, la reválida, las victorias sobre los grandes,
los abrazos en el Monumental de Alberdi no serían lo que son si no se tratasen
de cicatrices por tanto de lo otro, una derrota en una oficina donde
simplemente la moneda cayó del lado de la soledad, o las tardes de La Plata, o
el sufrimiento por Gabi Airaudo, o jugar 90 minutos en el filo del abismo en
Rosario. Jugar ese partido fue subirse al escenario grande, elevarse por sobre
el resto para afrontar un duelo inédito, siempre aferrado a un sueño que no se
quería dejar escapar, jugar ese partido fue hacer ese “toro” del que hablan los
artistas, porque no había antecedentes en el camino, no había en la historia
instrucciones para consultar, solo un terreno de juego y dieciocho corazones
dispuestos a latir hasta el final por el solo y gran hecho de QUEDARSE EN PRIMERA.
Fue un partido al que no le falto nada , un partido
inimaginable , un partido armado a través de una gambeta al reglamento que
permitió espectadores donde no debía haberlos, esa mirada desviada de los
irresponsables de seguridad hizo que en una de las menores consecuencias de esa
aberración llamada organización Atlético sea en materia de acompañamiento de
simpatizantes infinitamente menor a “ellos”, había un cremoso cada seis
sabaleros pero la aguja no se movió, porque sólo se trató de una sensación de
desventaja. Ellos se rieron y mucho en la espera, y cantaron “equipo chico…”
para herir, no importó, adentro Atlético estaba muy bien, de cabeza levantada y
pulso de cirujano, de corazón caliente como aquel guerrero que quiere la cabeza
del rival, y de mente fría para lograrlo, adentro hubo uno solo , adentro solo
jugó Atlético, Conde con el Caio Marino asegurando el cero, Hugo Querini habló
y apuntaló todo para que Erramuspe y Garcé no fallen jamás, Bastía , Fissore y
Alfaro se comieron la mitad de la cancha, porque lechuga estuvo allí, yo lo vi,
vi cuando la pelota quemaba y Marcelo Lopez jugaba, vi que Horacio Rafael
Pucheta se las cobró todas juntas y hasta le gritó el gol que hicieron junto a
Depetris en la cara a Lalo Vega, vi que se asustaron cuando se movía el flaco
Riberi para entrar, por si hiciera falta, sólo por eso.
Lo llamaban equipo chico para herirlo, y desde un ángulo
absolutamente folclórico - deportivo en gran parte tenían razón, no estaba mal,
pero lo de equipo chico murió ahí. Ese sábado en arroyito y bajo un sol que
caía como una lanza Atlético lo hizo, rompió una par de hojas de la historia,
porque el transitar un camino tan adverso de manera triunfal lo imponía, había
que escribirla de nuevo, es que el equipo chico dejó de serlo, es que la piedra
fundacional está colocada, es que la historia grande se comenzó a escribir, y
la página que habla de la noche en que las luces se apagaron en el 15 de Abril,
y los ascensos, los goles de Gonzalo , las atajadas de Sara, las grandes movilizaciones
hoy tiene compañía. Fue la tarde en la que en la cuna de la bandera jugaron Colón
y Atlético “por la madre” y ganó Atlético, y debajo, pongan lo que quieran.
La historia es ese camino que se transita, el que te engrandece
o te quita del medio dejándole el lugar a otro. La historia es ese andar que
permite un día detenerse y al mirar retrospectivamente encontrar algo, un
contenido, las huellas de los hacedores, el esfuerzo de un grupo que incluye
hinchas, jugadores y dirigentes, todos con el mismo destino vencedor. Este
Atlético atravesó los aros de fuego que solo atraviesan los llamados a ser
grandes, un sitio donde no pesan las copas, ni la cantidad de gente que
convocas aquí o allá, allí solo importa caminar hacia el sueño de crecer, allí
solo importa andar el camino que bien anda Atlético, el camino para escribir la
gran historia.