24 may 2011

DE PIE, SEÑORES.


Por Edgardo Daniel Peretti.
Ilustra: Diego Jappert.


Con el querido amigo Amílcar Torre solíamos discurrir durante muchas y interminables discusiones sobre el sentido, el valor y los justificativos de la envidia. El “Profe”, hombre de amplia formación humanista y férreo gestor en la práctica de la humildad y la honestidad, sostenía – sin dudas- que no había ninguna posibilidad que la envidia sea sana, que siempre era maligna.

Quiso el esquivo destino que el amigo se fuera en un domingo de diciembre, allá por 2003, cuando aún tenía muchas cosas para enseñar. Quizás ese día quedó algo pendiente, pero este hombre, cuya última voluntad fue descansar en el sitio más humilde del cementerio público, estaba marcando el tiempo.

De más está decir que Amílcar no tenía ni idea de esta locura de la cuerina, aunque sostenía una especial fidelidad por su San Isidro de Eguzquiza casi natal, pero con el tema de la envidia, siempre sacaba algún nuevo argumento. De más está decir que sigo pensando lo mismo y no por ello le falto el respeto al maestro.

Viene a la realidad el ascenso de Atlético de Rafaela a primera división. Tan legítimo y merecido que merece ser envidiado.
Yo lo envidio.
¿Por qué?
Porque una campaña – el celeste se mandó tres la hilo- no es producto de una casualidad sino de una serie de situaciones que comienzan con un respaldo y ordenamiento institucional que terminará acomodando el resto de los melones en el carro con el movimiento, o sea ganando los porotos en la cancha.
Porque tiene fábrica de jugadores, aprendiendo la lección que, otrora, mostraban los rosarinos: buscaban pibes sanos y fuertes, y buenos futbolistas para meterlos en el baile del fútbol. Invirtieron en el futuro.
Porque compran bueno y a precio y venden caro.
Porque no se enamoran de sueños irrealizables. Concretan los posibles
Porque tienen presencia en AFA, y eso es muy importante.
Porque no miran a los costados, sino para adelante.

Quizás a esta altura alguien se pregunte por esta historia y sus diferentes interpretaciones. Señores, el fútbol de Rafaela está de fiesta, no es sólo del Atlético – que es el artífice- sino de todo aquello que se viene construyendo desde hace años.

Salud, Atlético, la historia se escribe todos los días y con hechos. Ojalá muchos lo comprendan y aprendan que la envidia sigue siendo buena porque enseña que las miserias se pueden dejar de lado escuchando a los que saben e imitando a los que hacen las cosas bien. Y no me vengan ahora con eso del folclore del fútbol, esa sarta de pequeñeces que sólo sirven para disimular mediocridades; para elogiar a los celestes no hace falta ponerse la camiseta ni hacerse hincha, por el contrario, con otras camisetas y con las mismas ganas, se puede aprender mucho si somos coherentes y sinceros con nosotros mismos.

De pie, señores. Hay que aprender, aplaudir e imitar....y bueno, también envidiar que no es malo...

2 comentarios:

Diego Jappert dijo...

Muy buen artículo. Un lujo! Y Gracias por citar mi dibujo

Gabriel Santillán dijo...

Diego querido, el agradecido soy yo, esun gusto poder jerarquizar mi modesto espacio a través de semejantes trabajos, gracias como siempre por volver visitar el blog.